Esta es una reflexión personal a raíz de la lectura del artículo de Rafael Delgado Valdivielso: NO MÁS EXÁMENES, POR FAVOR. VIVIMOS EN EL SIGLO XXI. Merece la pena que pares de leerme aquí y lo leas a él.
Pienso que el examen es un instrumento fundamental para el aprendizaje, tal y como tenemos planteado nuestro sistema educativo, por varias razones:
- Una buena parte del alumnado no dedicaría tiempo al repaso si no supiera que debe enfrentarse a un examen en algún momento.
- El examen indica qué es lo que debe mejorar la persona que está aprendiendo.
- Si se da la retroalimentación adecuada en el momento oportuno, no solo sirve para evaluar, sino también para aprender.
- En cualquier materia, conforme se avanza, se da por sentado que se han entendido los contenidos anteriores. El examen permite detectar un concepto adquirido erróneamente, haciendo posible la comprensión de otros más complejos.
Esto no quiere decir que esté en contra de lo que se explica en el artículo, estoy muy a favor de acabar con el examen entendido de la forma en que ahí se expone, haciendo una transición hacia pruebas que se parezcan a lo que pueden encontrarse en un entorno laboral. Pero para mí, eso también es un examen, no hay que demonizar la palabra.
Se exponen dos propuestas, un nuevo sistema sin exámenes y una alternativa menos radical. Ojalá pudiésemos aplicar ese nuevo sistema, pero ahora mismo me parece utópico. Quizás cambie con el paso del tiempo. El sistema o mi opinión. Por lo que quiero centrarme en pensar de qué forma puedo aplicar yo algo a mi aula mañana.
¿Cuáles son los mayores problemas de un examen (entendido como prueba de competencias, con los recursos que se necesiten, y no como algo puramente memorístico) en mi opinión? La fecha y la corrección posterior. La fecha, por la presión que ejerce y por la costumbre del alumnado de dejarlo todo para último momento. La corrección posterior, por la carga laboral que requiere para que después el estudiante se quede con la calificación numérica, sin aprender de los errores. ¿Mi propuesta en base a lo leído? Eliminar ambas.
¿Y si…
… realizamos pruebas cualquier día sin previo aviso?
… lo hacemos de manera frecuente (semanal como mínimo)?
… decidimos en cada una los criterios que vamos a evaluar y apuntamos en ese momento de forma binaria quién lo consigue y quién no? (Sin perjuicio de poder rectificar un criterio ya valorado anteriormente a una persona que ahora demuestre saber hacer algo que antes no)
…las hacemos individuales o en equipo (dividiendo la tarea para lograr una observación precisa)?
Mi intención es lograr quitar esa presión al alumnado, de jugársela un día y a una hora, retrasando el repaso hasta las horas inmediatamente anteriores (con suerte) y haciendo de lo excepcional lo habitual.
Al final hay que poner una nota, y no es suficiente con un apto o no apto, así que habrá que pensar cómo se calcula. También habrá que pensar qué hacemos para apoyar los planes de recuperación. Y, en estos tiempos que corren, qué pasaría si lo tuviésemos que hacer a distancia.
¿Debatimos? ¿Tienes una propuesta? Escríbeme.
Vamos hablando.